lunes, 19 de agosto de 2019

Pico Perdiguero -3222- (16 de Agosto de 2019)

Me levantaba el viernes en el camping Aneto, en pleno puente de San Jaime después de haber hecho los dos días anteriores Bachimala y Clarabides. Pero había que aprovechar para hacer una última ruta, así que me planteo hacer el Perdiguero, que no quedaba excesivamente lejos, así que por qué no intentarlo! 
Así pues, a las 8 estoy caminando ligero de equipaje por la misma pista que había hecho el día anterior, pero esta vez en vez de bajarla, la subía. Hago unos tres kilómetros hasta que llego a la cabaña de Santa Ana, y unos metros más adelante giro hacía la derecha y pillo un sendero que cruza el río por un bonito puente (palanca de la ribera) y que al poco comienza a ascender por la ladera. Aquí hay dos opciones, pues el camino se bifurca. Intento seguir las marcas, pero estas se meten por un tramo de bosque y me acabo perdiendo, así que después de perder 20 minutos buscando señales, decido volver a la bifurcación anterior y pillar el otro camino, que es más llano y acaba siendo el bueno. Este sendero va entre arboles y es ameno, y después de, aproximadamente, una hora, llego a la cabaña de la coma, un modesto refugio aislado de las rutas principales. Avanzo algo más y llego al cruce que confluye con el camino que sigue la gente que va a hacer el perdiguero desde el refugio de Estós. 
Aquí comienza lo bueno, pues se gira a la derecha y se comienza a subir cerca de un barranco, por una fuerte y pronunciada pendiente. Se va dejando el valle cada vez más abajo hasta que llega un punto en que los arboles se comienzan a acabar y se cruza el torrente. A partir de ahora, iré por la derecha del riachuelo, aunque este no tardará mucho en desaparecer. Después de cruzarlo, viene un tramo algo más llano en el que me fijo que nace una cascada que sale del interior de una pared de roca, así que tomo nota para la vuelta. 

La subida se va empinando y llega un momento en que se ve el ibonet del perfiguero, que queda a mano izquierda, aunque está casi seco. Aquí comienza la primera parte dura de la ascensión. Una fuerte pendiente cubierta de grandes piedras en la cual no está nada claro el camino a seguir. Acabo perdiendo el rastro de hitos que iba siguiendo y acabo haciendo un rodeo bastante grande para llegar al paso que hay a la izquierda.. aunque no soy el único. Creo que cada persona que va debe subir por un sitio diferente pues el camino es imposible de seguir. 
De todas formas, llega un momento que dejo la primera pedrera atrás y salgo a una zona más abierta y llana con bastantes zonas de prados. 
Aquí los hitos son mucho más visibles y sigo ascendiendo dirección a la gran mole rocosa que tengo justo enfrente. Por un rato el camino es más llevadero, y se comienza a rodear el pico por su parte derecha hasta ver el bello circo de Literola, con su ibon y sus heleros. Aquí comienza la parte final, que acaba siendo la peor... hay que girar a la izquierda y comenzar a escalar entre piedras sueltas para remontar los cientos de metros que aún faltan hasta la cima. De nuevo, los hitos son casi imposible de seguir, así que miro de guiarme por las otras personas que están subiendo y me dirijo hacía arriba con mucha paciencia. No es una subida difícil, aunque tiene su peligro porque las rocas a veces se mueven y siempre se corre el riesgo de que una de ellas caiga cuando estás encima suyo y te lleves un susto.

No sé cuanto rato estoy subiendo, pero al final parece que la pendiente baja y se comienza a ver la cima. Deben quedar unos 500 metros para llegar a ella y únicamente hay que caminar por una amplia arista que no tiene ningún peligro. Pero hay una trampa, y es que toda la parte final también está cubierta de rocas de tamaño intermedio que no permiten avanzar con velocidad, moviéndose algunas de ellas. Así que no se puede correr y con paciencia voy acercándome y viendo que incluso hay algún paso algo más complicado de lo que parecía desde la distancia. 
Pero al final, y después de más de 4 horas de caminata y unos 14 kilómetros de ascensión, se acaba llegando a la cima; hay que reconocer que el paisaje que se otea desde ella recompensa el esfuerzo con creces. Desde ella, se pueden ver los principales macizos del pirineo aragonés: Posets, Monte Perdido, Vignemale, el tremendo circo del Aneto y la Maladeta, Bachimala, etc. Además, tenemos justo debajo el lago y glaciar del Portillón de Oô y el ibón del Literola con los heleros que aún quedan. +

Me paso un buen rato en la cima, pues además hace un día fantástico con una claridad como pocas veces. pero al final hay que bajar y eso comienzo a hacer... de nuevo con mucha paciencia para no llevarme un susto entre los millones de piedras que hay en el camino. Bajando se pueden seguir lago mejor los hitos, así que creo que voy por un camino algo más directo que a la subida y con mucha paciencia voy bajando hasta llegar al lugar donde nacía el torrente del interior de la roca. Aquí hago una parada y aprovecho para refrescarme un poco y beber agua, que está congelada. 

Al cabo de un rato toca bajar de nuevo. Esta vez voy hasta la cabaña del Tormo y allí tomo la pista que había tomado el día anterior, pero esta vez voy sin mochila. En menos de dos horas ya estoy en el camping de nuevo. Llegaré a las 19.20 con 28 kilómetros y unos 2100 de desnivel positivo.

Perdiguero, a pesar de no ser complicada, es uno de las montañas que he subido que más largas se me han hecho debido a tanta piedra suelta, pero tiene una de las vistas privilegiadas. Una montaña espectacular. 

domingo, 18 de agosto de 2019

Subida al pico Clarabides -3019- (15 de Agosto de 2019)

Me levanto en el refugio de Viadós después de, el día anterior, haber hecho la subida al Bachimala desde Plan. Hoy será una día duro, así que a las 7 ya estoy desayunando en el refugio y antes de las 8 estoy caminado con la mochila a cuestas dirección al valle de Estós. La idea es dejar de nuevo la mochila en el refugio y ascender el Pico Clarabides, el cual me ha recomendado un hombre que estaba en el refugio de Viadós

Para llegar a Estós, hay que pasar el collado de Chistau, que fácil no es, y menos con la mochila a cuestas (de hecho, para algunas personas
, ir de Viadós a Estós es una etapa del GR11). Al principio, el camino remonta el valle por su parte izquierda poco a poco, pero llega un momento en que cruzamos un río por un bonito puente de madera y, ya por la parte derecha del valle, comienzan los últimos kilómetros, que tienen una buena pendiente. Afortunadamente, voy entretenido por haberme encontrado a un portugués muy majo que hace que uno se olvide en parte del cansancio, así que al final acabamos coronando el collado, que pasa a algo menos de 2600 metros de altitud.

Una vez arriba, mi compañero sigue para adelante y yo hago lo propio pero después de haberme tomado 5 minutos de descanso. La bajada es larga y, especialmente en su primera parte, el sendero es bastante empinado, pero después de un par de horas alcanzo el refugio de Estós. Una vez aquí, ya constato que el refugio está lleno, así que será imposible quedarme a dormir... aunque eso será un problema para más adelante. De momento, dejo la mochila en una taquilla, compro una lata y me dan algo de pan, y ya con lo mínimo encaro la senda que se dirige al pico Clarabides.

Son las 11.30 de la mañana, llevo unos 11 kilómetros y aún me queda casi todo. Estós está a unos 1900 metros y el Clarabides es un 3000, así que habrá que tener paciencia. Poco a poco, y siguiendo los hitos que salen de detrás del refugio, voy remontando en fuerte pendiente el barranco que lleva al paso de Gías. Al principio, tengo un riachuelo cerca, pero llegará un momento en que deje el riachuelo a mi derecha y siga subiendo, hasta alcanzar el bonito Ibon de Gías.
Aún quedan unos 500 metros de desnivel, y en el Ibón comienza una zona de grandes piedras graníticas que lleva un rato atravesar. Pero ya se va viendo el collado de Gías, y después de pasar la zona de grandes piedras, se llega a una fuerte pendiente de tartera hasta que finalmente alcanzo el Collado de Gías. 
Él puerto de Gías es una brecha que permite el paso hacía Francia. Las vistas desde él son impresionantes, pues se ve toda la parte Francesa cubierta de niebla y apenas asoma el glaciar del Portillon y el lago del mismo nombre.
Yo no voy a bajar a Francia, así que lo que tengo que hacer es girar hacia la izquierda para dirigirme, por la cresta, hacia el pico Clarabides, y en menos de 15 minutos estoy en la cima.

Arriba únicamente hay 4 personas, las cuales van juntas y me dan la bienvenida. Charlamos un poco, además de pedirme que les haga una foto. A la noche me enteraré de que dos de ellos son Mamen Mendizabal y Jose Antonio Ponsetí... que casualidad!. 

Yo decido hacer en un momento la aguja del Clarabides que queda al lado (muy curiosa por su color marrón, a diferencia del pico principal), y una vez allí me tomo un merecido descanso y como algo, disfrutando del paisaje y la soledad. Las vistas son sensacionales, pues como he dicho anteriormente, Francia está cubierta por un mar de nubes y en la parte española, a pesar de haber alguna nube, hay muy buena visibilidad. 

No tengo tanto tiempo como me gustaría (si no, igual habría hecho también el Gías), así que voy para abajo hasta el Ibon, donde no puedo resistirme a tomarme un pequeño descanso. Después sigo la bajada y para las 17.30 ya estoy en el refugio de Estós. Cojo la mochila y afronto los últimos 10 kilómetros que hay hasta puente de San Jaime, donde quiero alojarme en el Camping Aneto. La pista se me acaba haciendo bastante pesada y acabo tirando de chocolate para evitar el bajón, pero finalmente llego al Camping y puedo quedarme en el albergue. Me saldrán casi 32 kilómetros y unos 2000 metros de desnivel positivo, parte de ellos con la mochila a cuestas.

Pero el Clarabides me ha encantado. Es un 3000 que tiene unas vistas magníficas y no presenta una dificultad especial. Recomendable 100%

Subida al Gran Bachimala -3177- (14 de Agosto de 2019)



Después de unos días con Anna, me quedaba solo en la bonita localidad de Plan, situada en el precioso valle de Chistau. Antes de las 7 de la mañana ya estoy en marcha dirección el refugio de Viadós. Los primeros kilómetros son por carretera, pero cuando ya se ha dejado atrás san Juan de Plan, se llega a una curva a izquierdas en la cual hay que dejar la carretera para pillar la pista que va hacia el valle de Viadós.
A buen ritmo, voy subiendo por la pista para ir remontando el valle hasta llegar al Camping Forcallo, donde está el último kilómetros de subida hasta el refugio de Viadós. Allí, ya con 12 kilómetros en las piernas y unas 3 horas de camino, dejo la mochila (hoy dormiré ahí) y ya mucho más ligero, comienzo la ascensión hacia el Bachimala.

La senda comienza en la parte trasera del refugio, donde hay un cartel que indica el pico, así como otro sendero circular que pasa por el refugio de Tabernés y la virgen blanca. Al inicio, la subida es fuerte y se remontan unos 200 metros entre bosque de forma rápida hasta salir a una pista.

Una vez en la pista, hay que girar por ella a la derecha y seguirla durante un par de kilómetros hasta dejarla a mano derecha para pillar un sendero que, después de dejar atrás una cabaña de pastores, comienza a subir la ladera por una serie de pastos. Ya tengo enfrente el Bachimala, pero aún queda un largo camino por recorrer.

El camino va subiendo hasta que poco a poco me voy acercado a la señal de viadós, una punta rocosa que habrá que bordear por su izquierda para, por un senderito llegar al puerto de la señal. Aquí, se gira a la izquierda para comenzar a bordear el bachimala. El camino va subiendo poco a poco y al mismo tiempo bordeando la mole rocosa, hasta que llega un momento que ya se encara la subida final.
Unas eses permiten, con un buen esfuerzo, salvar un fuerte desnivel entre pequeñas piedras que te llevan a la arista final.

La arista final del Bachimala no es difícil, aunque si se tiene algo de vértigo, puede dar algo de impresión pues hay una buena caída a ambos lados. Voy haciendo y en unos 15 minutos llego a la cumbre, donde algunas otras personas también han llegado, aunque al poco rato me quedo solo.

Las vistas desde arriba son muy bonitas. Justo enfrente está el Posets, y desde arriba también se puede ver el macizo de Monte perdido, Vignemale, así como Clarabides o Perdiguero, que serán los dos siguientes objetivos para los dos próximos días.

Con paciencia, voy bajando e incluso alargo un poco por el refugio de Tarbernés para buscar un riachuelo en el cual poder refrescarme. Finalmente, llego al refugio con 33 kilómetros en las piernas y unos 2200 metros de desnivel positivo.



Un día bien aprovechado!



Garmo Negro -3064- y Algas (Agosto de 2018)

Después de subir el Anayet, al día siguiente hice el tramo del GR desde Sallent de Gállego hasta el refugio de Bachimaña, desviándome para subir el pico Tebarray desde el Collado. Así pues, no fue un día de descanso, pero durmiendo en Bachimaña, al día siguiente me planteo subir el Garmo Negro.


Me levanto a primera hora y hago la bajada desde el refugio de Bachimaña hasta la casa de Piedra de Baños de Panticosa. Ahí me permiten dejar la mochila, así que con lo mínimo, ya encaro la subida hacia el Garmo Negro, que se ve a lo lejos. 

Al principio, la subida es entre árboles pero desde el principio el camino es empinado. Poco a poco se va ascendiendo hasta que después de más de dos horas, una vez ya se han dejado los árboles atrás, hay una diagonal que asciende entre un canchal o tartera que lleva a una canal donde aún queda algo de nieve. Se cruza sin problemas y mediante esa canal, se accede al circo del Garmo negro, en el cual hay otros picos como son las tres agujas del Algas, la aguja del Pondiellos y el pico Argualas.

En todo este último tramo el camino está plagado de piedra suelta pequeña. En el fondo del circo aún quedan varios heleros que hay que cruzar y un pequeño ibón que se mantiene, en parte helado. Me dirijo hacia la derecha, donde algunas personas ya están subiendo hacia la cima, y por una pendiente muy inclinada y ascendiendo en zigzag, poco a poco voy pasando a grupos de gente y acercándome a la cima.

La subida, aunque no es peligrosa pues no hay ningún paso complicado, se hace muy pesada debido a su exigencia física, pues desde Baños de Panticosa hay bastante desnivel y el tramo final es muy empinado. Finalmente acabo coronando y tengo la suerte de ser el primero y de poder disfrutar de la cima un rato en solitario. Las vistas son espectaculares, destacando enfrente la brutal marmolera de los infiernos y los bellos ibones de pondiellos.







Al cabo de unos minutos comienza a llegar más gente y después de disfrutar un rato del paisaje, decido bajar y, una vez en el fondo del valle, me decido a hacer algo más y en un rato estoy cresteando y coronando los picos de Algas (el Argualas habrá que dejarlo para otro día).

No puedo entretenerme mucho más, pues aún tengo que bajar a baños de Panticosa y luego coger la mochila e ir hacia Panticosa por la carretera, pues es mi último día y tengo que volver. Así, después de comer algo, ya encaro la bajada, paso la canal y comienzo el largo descenso hacia Baños. Una vez ahí, cojo mochila y comienzo a bajar por la peligrosa carretera hasta que un buen hombre se apiada de mi y me lleva hasta un albergue, en Piedrafita de Jaca.

Creo que Garmo Negro es un 3000 bastante duro de subir, pues la subida es bastante monótona y se puede acabar haciendo pesada. Aún así, es un pico con muy buenas vistas que vale la pena ascender. 

Anayet -2545- (Agosto de 2018)

Todo y que no es un 3000, el Anayet es uno de los picos más bonitos que he tenido la suerte de poder subir, así que también escribiré unas líneas sobre su ascensión.

Venía, de nuevo, de andar varios días con mochila (esta vez saliendo de Saint Jean pied le Port con Anna). Ya me había quedado solo, así que el día anterior, dormí en Candanchú después de un día pasado por agua. Me alojo en el albergue el Águila y disfruto de una agradable charla con el dueño, que me recomienda desviarme del GR para subir el Anayet, antiguo volcán que junto con el Midi dominan la zona.

Así pues, al día siguiente, salgo de Candanchú dirección la Canal Roya. Al principio, el camino es agradable, aunque poco a poco se va empinando hasta llegar al final del circo de la Rinconada, que con la mochila se acaba haciendo duro. Una vez se corona el circo, ya se puede disfrutar de unas magnificas vistas del Midi D'osseau y de los ibones del Anayet, un paisaje idílico. Yo me aproximo hacia la derecha, hacia la gran mole rocosa que es el Anayet y después de comer algo, empiezo a buscar alguna roca oculta donde dejar la mochila mientras me desvío para subir el pico.
Finalmente, encuentro un lugar donde dejarla y me dirijo hacia el collado que da acceso a las dos cimas del antiguo volcán. Hay varias personas que están dirigiéndose al pico, así que no es demasiado difícil encontrar el camino.
Después de una corta pero dura subida, corono el collado y se me abren dos posibilidades, dirigirme hacía el pico, que está a mi derecha, o hacia el vértice, algo más bajo, que está a mi izquierda. Primero voy hacia el pico, que no queda muy lejos pero es una subida muy entretenida. Hay que hacer un pequeño bordeo ayudándose de una cadena en un tramo bastante expuesto que impresiona, aunque no tiene dificultad, para después ya comenzar una trepada por una canal hasta que después de unos minutos se llega a la cima.

Una vez arriba, el paisaje es brutal. Toda la parte francesa, como suele ser habitual, está cubierta de nubes, sobresaliendo únicamente la cima del Midi. En la parte española hace un día esplendido.
Me deleito un rato con las vistas y ya bajo de nuevo hacía el collado, para ahora dirigirme hacia el vértice. La subida es mucho más rápida y sencilla y por una cresta amplia en un momento llego a la cima. Las vistas, de nuevo son espectaculares.

Ahora ya toca bajar y en breve estoy en los Ibones ya habiendo recuperado la mochila. Esta es una zona con mucha afluencia de gente, pues el camino para llegar es bastante sencillo.

Yo descanso un poco y ya me dirijo a Formigal. La primera parte va bajando por el valle, hasta que finalmente llego a la carretera de las pistas de esquí, que en verano está cortada. Son varios kilómetros de asfalto hasta llegar a la Nacional que va hacia el Portalet. La cruzo y siguiendo el GR, después de un buen rato llego a Formigal y ya por fin, encaro la bajada final hacia Sallent de Gállego, donde me quedaré a dormir.



Anayet es un pico mágico, una de las subidas más bonitas y entretenidas que he hecho.

sábado, 17 de agosto de 2019

Monte Perdido desde la Pradera de Ordesa -3355- (Agosto de 2016)

Unos días después de la subida al Posets, y ya en Ordesa, decidía terminar mis vacaciones haciendo alguna ruta por la zona sin tener que llevar la mochila a cuestas.
Al día siguiente de descubrir el Tozal de Mallo, la faja de las flores y las clavijas de Cotatuero, y a pesar de que la previsión meteorológica no era demasiado buena, decidía intentar la subida al Monte Perdido, una cima que para mi era y es una de las más míticas del Pirineo.
Así pues, a las 6 y algo ya estaba en el bus que sube a la Pradera de Ordesa dispuesto a intentar coronar Monte Perdido desde la Pradera lo más rápido posible, pues temía la previsión
meteorológica. Una vez aparca el bus y casi a ritmo de marchador, comienzo a ascender la Pradera dirección al circo de Soaso y la cola de Caballo. Subo por la clavijas y en poco tiempo ya estoy en Goriz, donde pillo algo de agua y sigo para arriba.

Una vez pasado Goriz, la subida se va empinando hasta llegar a algunos tramos en los que hay alguna cadena y hay que ayudarse de las manos para trepar para salvar los desniveles. Parece una subida entretenida y así acabo llegando al espectacular lago helado, situado entre el Cilindro y el inicio de Monte Perdido.
Desde aquí tengo enfrente la famosísima y mítica escupidera, de la cual había oído tanto hablar. El día sigue estando nublado y algo oscuro y, cosa rara, no se ve a casi nadie subiendo. Decido seguir y encaro la escupidera. La primera parte se puede hacer trepando por la roca, pero llega un momento en que hay que meterse en la tartera o canchal de piedras pequeñas, por la que cuesta mucho esfuerzo subir, pues por cada paso que se da se retrocede medio. Pero poco a poco acabo llegando arriba de la escupidera.
Una cosa que me tranquiliza respecto al tiempo es que antes de afrontar el tramo de subida final, encuentro a dos guardas del parque, apenas las únicas personas que he visto desde Goriz. Hablo un poco con ellos, me asomo al glaciar del perdido que se ve impresionante desde arriba... y afronto el último tramo para subir a la cumbre, que no presenta dificultad aunque el cansancio ya hace mella... pero después de unos minutos, ya estoy en la cima!!

No obstante, la cima es un poco decepcionante porque debido a la niebla apenas se ve nada de lo que me rodea. Aparte de los guardas, hay otro chico y una pareja que está plantando la tienda para quedarse a pasar el día y dormir en plena cima... hay que tener valor, vista la previsión del tiempo.
Como empieza a chispear y tampoco estoy viendo nada, voy para abajo. Bajando la escupidera uno entiende porque es, posiblemente, el sitio más negro y con más accidentes mortales del Pirineo, pues en invierno y con nieve, se ve hacía donde se dirige cualquier persona que resbale. No obstante, yo no tengo que pisar nieve, así que bajo al lago Helado y comienzo el descenso hasta Goriz. Va chispeando pero finalmente llego al refugio (deben ser sobre las 14 de la tarde), casi al mismo tiempo que los guardas, y a los 10 minutos comienza la tormenta.
Ya a resguardo, como algo mientras pasa la lluvia.. y cuando ya ha pasado, dejo Goriz y bajo de nuevo hacia la cola de caballo, de nuevo por las Clavijas. La ruta hasta la Pradera se me hace ya bastante pesada, pues tranquilamente acabo con más de 35 kilómetros en las piernas y más de 2300 metros de desnivel positivo, pero finalmente pillo el autobús y llego a Torla.

Creo que Monte Perdido es una cumbre de las que vale la pena. Entretenida de hacer y espectacular, pues se pasan por lugares increíbles y con mucha leyenda detrás de ellos. Algún día tendré que volver para poder observar mejor las vistas y poder disfrutar de esta montaña tan especial con más calma.

Posets o Punta Llardana -3369- (Agosto de 2016)

El segundo Pico más alto de los Pirineos fue, al mismo tiempo, mi segundo tresmil.

Después de varios días haciendo, como el año anterior y de nuevo, la Transpirenaica (en esta ocasión, saliendo desde Setcases), llegaba al refugio Angel Orus, en pleno parque natural del Posets. Este año ya había hecho el Pic de Peguera, en el lago Sant Maurici, además del Comapedrosa, Pico más alto de Andorra (ambos se quedaban cerca de los 3000, sin alcanzar esta cota).

Así pues, con las piernas ya acostumbradas a los desniveles, llegaba a Angel Orus acompañado de Jordi, Pilar y Maider tres compañeros de GR. Por la noche decidimos con Jordi subir el Posets para después seguir hasta el refugio de Viadós.
Al día siguiente, madrugón de los buenos y con la mochila a cuestas vamos hasta las cercanías de la canal Fonda, donde ya nos habían avisado que quedaba un helero con el que había que tener cuidado. Escondemos las mochilas detrás de unas rocas y ahí que vamos.
La canal fonda es un paso estrecho y sombrío que suele tener nieve todo el año. Con mucho cuidado la cruzamos por el lugar más seguro y seguimos remontando hasta salir de la misma. Una vez hecho esto, y ya por el interior del circo, tocan muchos minutos de ir ascendiendo hasta que nos vamos acercando a la cima. El tramo final transcurre por una arista que en algún tramo se estrecha hasta los 2 o 3 metros de ancho.. pero si no se tienen problemas de vértigo, no presenta especial dificultad.
Finalmente, conseguimos coronar el Posets o Pico Llardana. Ya podemos disfrutar de las magnificas vistas que esta cima nos brinda, tanto del Circo que esta cordillera posee (con otros picos cercanos como los gemelos, el Tempestades, etc.) como las vistas de otros macizos.











La bajada la hacemos con precaución (al ser más tarde, se puede cruzar el helero con más seguridad), volvemos a pillar las mochilas, hacemos reagrupamiento con las chicas, que al final también han subido el Posets detrás nuestro, y nos dirigimos hacia Viadós, cruzando por el collado de la Forqueta. La bajada final se hace eterna pero al final llegamos.


Aparte de ser el segundo pico más alto del Pirineo, el Posets tiene una subida entretenida, no demasiado difícil y unas vistas excepcionales.